Blond ambition
En una época donde las Biopics están
a la orden del día, Simon Curtis reconstruye en ‘My week with Marilyn’ unos
días en la vida la mayor estrella que el cine tendrá jamás.
En pleno auge de su carrera
Marilyn Monroe viajó a Inglaterra para filmar El príncipe y la corista con el popular
actor Sir Laurence Olivier. Cuenta la leyenda, que por esos días abatida por el
inminente fracaso de su tercer matrimonio, la rubia tuvo un romance con un
joven asistente de dirección llamado Colin Clark que duró, si damas y
caballeros, una semana.
Es así que los frágiles recuerdos
de Clark –publicados en el 2000 bajo el mismo nombre que el filme- dan forma al
guión que tomó unos días, no el inicio, tampoco el desenlace, de la vida de
quizá, la actriz más influyente de la industria del cine. Simon Curtis, se
muestra cauteloso tras las cámaras en un proyecto modesto pero reconfortante y
por sobre todas las cosas innovador. Más que interesante el tratamiento que obtiene el tema de la fama, como una prisión construida por los flashes de la cámara, y la mirada pesada del ojo público. El elenco sobresale, comandado por una excéntrica
protagonista que se maneja sigilosamente entre Kenneth Branagh, Eddie Redmayne,
Judi Dench y Emma Watson.
Las cosas como son: Marilyn fue
única. A diferencia de otras actrices legendarias de la ‘golden age’ de
Hollywood, Monroe pareció haber nacido para la cámara. Su belleza era
inimitable. He aquí la labor de Michelle Williams en un papel brillante que da
forma a una Marilyn desconocida para la cultura pop: insegura, caprichosa,
soñadora, inestable y por sobre todas las cosas, humana y terrenal. La chica de
‘Blue Valentine’ despliega su vasto arsenal de herramientas interpretativas (Un
sexy andar, un rostro iluminado, el guiño fugaz de su ojo e incluso su voz) que
sacan a flote a la otra Monroe, la que la cámara no captaba, la intima y
solitaria estrella que solo buscaba ser amada.
1 comentario:
Un interesante biopic, que para mi pudo entregar mas de lo que ofrece. Eso sí, entretiene y hasta divierte en cierto grado y Williams está descomunal.
Un abrazo.
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