La tempestad y el tigre
Una travesía en mar abierto contra la adversidad de la vida,
la furia de la naturaleza y la compasión de la fe. Ang Lee regresa con Life Of
Pi (Una aventura extraordinaria, 2013)
En búsqueda de un mejor bienestar y un prospero futuro, la
familia Patel abandona su India natal con un Zoologico y proyectos a cuestas en
pos de alcanzar el sueño americano. Una vez en viaje, lo que parecía una lluvia
misericordiosa toma forma en una feroz tormenta que azota el barco hasta
hundirlo en las profundidades del mar dejando al joven Pi (Suraj Sharma) y a un
puñado de animales como únicos sobrevivientes.
Hay que comenzar diciendo que Ang Lee es un gran hacedor de metáforas
y un verdadero artista visual. Generalmente cuando un director trabaja de
manera acertada las dos áreas mencionadas tiene el don de convertir al
espectador en un viajero. Life of Pi es una odisea de inmensas proporciones, un
naufragio a lo más profundo de la condición humana y una fraternidad con el
reino animal. El largometraje respaldado por el bellísimo soundtrack de Mychael
Danna y un 3D de los que valen –Escena de las medusas-, está plagado de
alegorismos vinculados a la vida -La sociedad como un
bote en el medio del océano pacifico con una cebra, un orangután, una hiena y
un tigre – y una curiosa pero respetuosa mirada al mundo de las creencias y de
la religión –La división de las historias como la fe en la existencia de Dios-.
Un párrafo aparte se
merece la relación de Pi y Richard Parker, el tigre de bengala. El relato que
avanza 227 días en el tiempo comienza como una lucha por ‘la cama grande’
–Léase objeto flotante mayor- y la imposición y dominación del más fuerte sobre
el débil. La desolación pronto termina siendo un punto de encuentro y
solidaridad entre el humano y el tigre –Pues el animal no puede comer sin la
ayuda de hombre, y este necesita de la constante vigilia provocada por el
acecho del felino para mantener su mente ocupada-. Suraj Sharma entrega una
interpretación conmovedora siendo la escena de la rendición ante Dios con un
Richard Parker sobre su regazo su punto más alto.
En fin, Ang Lee entrega una evidencia más de su versatilidad en una
pieza que toca el alma del espectador
en una historia de superación personal tan increíble como terrenal.
1 comentario:
Puedo estar de acuerdo, como me sucede, con muchas de las cosas que planteás. Pero no puedo hacer nada con las emociones. Llegó un punto, en que no me importaba que el protagonista se hundiera en el medio del océano. Y eso extraña, viniendo de un director que me deslumbró hasta con Taking Woodstock, donde uno sentía empatía hasta por Liev Schreiber haciendo de gato.
Luego, sí, imágenes deslumbrantes, repletas de luz y color, y demás. Aunque para eso, me pongo a ver fotos..
Supongo que me animaré a hacer crítica algún día, y si la pienso, tal vez me guste más. Lo dudo.
Saludos.
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