viernes, 7 de octubre de 2011

Reviews: Arrietty y el mundo de los diminutos




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Por más tecnología digital que exista, soy uno de los que se atreve a afirmar que el cine de animación tuvo su esplendor, época dorada, en los noventa. Si, antes de la animación computarizada, donde los personajes no eran polígonos bonitos sino que eran guerreros de tinta y papel, doncellas en castillos y donde toda selva tenía su Simba. El estudio de animación japonesa, Studio Ghibli, es la resistencia. Y es por ello que la compañía del genio Hayao Miyazaki rompe todo presagio y vuelve al 2-D (del que nunca se fue) con Karigurashi no Arietti (Arrietty y el mundo de los diminutos, 2011) una película donde la casa y los protagonistas son chicos pero el corazón es enorme. 



Basada en la novela The Borrowers (Los Incursores, 1952) de la británica Mary Norton el filme nos introduce a la familia Clock, pertenecientes a la raza de ‘gente pequeña’ o ‘little people’, por su característico tamaño: son diminutos. Autoproclamados ‘buscadores’, son seres que viven al margen de la vida humana, precisamente por su condición exótica e inusual de caber en la palma de cualquier mano. Arrietty, la hija del matrimonio, conoce a Sho un joven humano que llega a la residencia que los Clock habitan por cuestiones de salud. Lo que al principio parece una búsqueda mutua de compañía, ante realidades solitarias, pone en peligro la exposición de Arriety y de los suyos. 



Esta vez la dirección corrió en manos de Hiromasa Yonebayashi, perteneciente al estudio, aunque el mismo Miyazaki (con sus 70 pirulos) supervisó personalmente la producción. Arrietty y el mundo de los diminutos no solo es un placer visual y sonoro (la banda sonora se las trae, créanme) sino que tiene un mensaje de aceptación, compañerismo y maduración personal que le pasa el trapo a cualquier historia sensiblera de Disney. Como Mononoke Hime (La princesa Mononoke, 1997) Sen to Chihiro no kamikakushi (El viaje de Chihiro, 2001) o Hauru no ugoku shiro (El increíble castillo vagabundo, 2005) Miyazaki dice como Britney, Oops… Porque simplemente lo hizo otra vez, su estudio se renueva con una historia de calidad, denotando originalidad y sentimiento en una propuesta contundente como Arrietty. 

La magia del Studio Ghibli reside en su afán por revalorizar el dibujo como medio artístico. Muy metódicos, como todos los orientales, sus películas van a otro ritmo del de las superproducciones animadas de hoy en día. Son pequeñas historias, son poesía embellecida con animación casi paisajista, cautivantes a la visión. Digo metódicos, porque se puede apreciar entre escena y escena la mano detallista, en los colores, en las formas, y en esa manera de contemplar el mundo, un estilo muy Ghibli. Un estilo que invita al espectador, más allá de su edad, a ser un niño durante el viaje de los personajes, algo que el estudio nipón, reafirma en cada nueva producción logrando que sus seguidores estén al pie del cañón, prometiendo fidelidad eterna al gran Miyazaki. Porque sus historias nos invitan a volver a nuestra niñez una y otra vez. Ese es su secreto a voces y la clave de su éxito, que por lo visto no merma con el pasar de los años.  







3 comentarios:

Sidhe dijo...

¡Wasabigirl al aparato! Ya sabes que a mi la película ni frío ni caliente así que veremos que sucede con los nuevos proyectos del estudio (y esperemos que no estropean Porco Rosso)

¡¡Un saludo!!

mge dijo...

Pinta bien, como todo lo de Ghibli.

Anónimo dijo...

Sin duda los filmes de Miyazaki nos transportan a lugares diferentes con personajes muy entretenidos, Arriety es sensacional, tuve la oportunidad de verla por HBO, es una gran película.